La Fundación Caja Rural de Aragón inauguró el pasado 21 de noviembre, en su sala de exposiciones de la calle Cuatro de Agosto (Edifico Caja Rural de Aragón), la muestra “Desde dentro“, del caspolino Joaquín Ferrer Guallar, conocido artísticamente como Feguars. Esta exposición, enmarcada en el reconocimiento y la visibilidad que la entidad procura a los artistas del territorio donde opera, se compone fundamentalmente de óleos sobre lienzo.
En cuanto a su significado, y en palabras del propio artista, los cuadros “traducen al lenguaje pictórico las canciones que me han acompañado durante mi vida” porque, según afirma, “las formas geométricas, las figuras y los colores que utilizo sirven para traducir las letras de las canciones en imágenes historiadas, yendo acompañadas de un pentagrama invisible en el que podemos leer y sentir una melodía”.
Entre las casi 60 obras que podrán disfrutar los visitantes de la presente muestra destacan “Con-cierto Blues”, óleo que sirve de cartel de la exposición y que está basado en la obra de George Gershwin titulada Rhapsody in Blue, así como otros cuadros que representan canciones muy populares entre el público, con títulos que abarcan desde Y nos dieron las diez, de Joaquín Sabina, Mediterráneo de Serrat, Imagine de John Lennon o el Somos de Labordeta, entre otros.
Joaquín Ferrer Guallar, o Feguars, nació en Caspe un 4 de febrero de 1953. Fue en la Escuela Municipal de Arte de su localidad natal donde comenzó su aprendizaje artístico que se desarrolló, posteriormente, de manera autodidacta. A lo largo de su carrera ha participado en más de 60 exposiciones individuales y alrededor de 170 colectivas no solo en España sino también en otros países europeos, así como en Estados Unidos, China, Japón y varios de Sudamérica.
Joaquín Ferrer Guallar es conocido por su estilo único que fusiona la pintura con la música. Sus obras se caracterizan por un vibrante uso del color y la integración de formas geométricas y abstractas que reflejan elementos musicales. Cada cuadro es la interpretación visual de una canción donde las notas musicales aparecen representadas mediante círculos, rectángulos y otras formas variadas que adoptan diferentes tamaños y colores según su tono y valor.
Joaquín Ferrer sigue la senda de otros artistas que históricamente han explorado la relación entre el sonido y la imagen, entre la música y la pintura. Ambas disciplinas, aunque diferentes en su forma de expresión, comparten la capacidad de evocar emociones y contar historias.
Desde la antigüedad clásica, donde los anfiteatros y teatros griegos y romanos fueron diseñados no solo para maximizar la acústica sino también para ser visualmente impresionantes, pasando por los pintores del Renacimiento que veían en la música una forma de arte hermana de la pintura hasta relaciones más evidentes en movimientos del siglo XX, como el simbolismo y el surrealismo o en artistas como Wassily Kandinsky, quien exploró la sinestesia, la idea de que los sonidos pueden traducirse en colores y formas visuales y músicos como Modest Músorgski o Claude Debussy que se inspiraron en obras de arte visual para crear sus composiciones, Joaquín Ferrer impulsa una relación de simbiosis entre ambas disciplinas enriqueciendo el panorama artístico con su creatividad.
Sus pinturas son una expresión fruto de la reflexión, de un trabajo minucioso, en el que los lenguajes escrito, musical y visual bailan acompasados; donde las notas mutan en formas geométricas, los colores en pentagramas y las letras en imágenes. El lienzo es una invitación a que el observador interprete un mensaje oculto, como un egiptólogo leyendo un jeroglífico, pero que en este caso tiene una canción como hilo conductor.
Este artista exterioriza en sus obras todas las emociones y recuerdos que le suscita la música. Incluyendo también, en el caso de las canciones, la poesía. Y este mensaje que le sale Desde dentro quiere, a su vez, resonar en el interior del espectador.