La tercera actuación del Ciclo de Órgano de Torreciudad de este año tuvo un rasgo distintivo especial. Todos los componentes de la agrupación «Järvi Instrumentalists» que tocó ayer en el santuario, cuarteto formado por Mari Järvi (órgano), Ingely Laiv-Järvi (oboe), Marius Järvi (violonchelo) y Miina Järvi (violín), son miembros de la misma familia. No es la primera vez que «Järvi Instrumentalists» actúa en España, ha dado conciertos en Madrid, donde recuerdan uno muy especial en el Museo del Prado, y en Sevilla, invitados por el embajador de Estonia en nuestro país.
La saga familiar Järvi cuenta actualmente con diez músicos profesionales, y se inicia con el que fuera gran director de orquesta Nallo Järvi, abuelo de Marius, chelista en el concierto de ayer. Neem, hermano de Nallo, sigue en activo a sus 85 años, también como renombrado director de orquesta. Teet, chelista e hijo de Nallo, está casado con Mari, organista en el cuarteto de ayer. Junto a Marius actuó su hermana Miina, gran violinista, y estuvo presente Madis, compositor, quien escribió durante la pandemia una de las obras del programa, «Vibraciones en el aislamiento». Por su parte, Ingely (oboe) es la esposa de Marius y trajeron a su pequeña Inge Mari, que con tan solo 2 años tiene claro que quiere ser chelista como su padre.
El concierto comenzó con obras del Barroco alemán: una Trío Sonata de Häendel, seguida por el Arioso de Bach. Después dio un salto en el tiempo y pudo escucharse la Sarabande de la Suite de Rheinberger. Mari Järvi, la organista, después de conocer el órgano sinfónico del santuario con sus 4.072 tubos, decidió tocar desde este instrumento dos obras del repertorio del siglo XX: Espejo en el espejo, para violín y órgano, de Arvo Pärt, sin duda el compositor más conocido de Estonia, y el Air de Hannikainen, un bellísimo dúo de órgano y chelo.
El bis con el que la agrupación obsequió al público, que llenaba el templo y buena parte del coro, fue Wake up my heart, and praise a Lord singing, un canto religioso estonio que fue interpretado con orquesta (en la que tocaron precisamente los cuatro músicos presentes ayer en Torreciudad) con motivo del viaje del Papa Francisco a Estonia en 2018.
«Todos nos hemos quedado muy impresionados del paisaje, el edificio, la belleza, la paz que se respira y el maravilloso espíritu que hemos encontrado —afirmó Miina al terminar la actuación—, y en el concierto el público fue increíblemente cálido, estamos muy contentos de haber compartido con él nuestra música». También Ingely subrayó la sobresaliente actitud del público: «La gente es tan agradable, tan abierta… no estamos acostumbrados a esta acogida en Estonia, donde la gente es más cerrada. Los aplausos prolongados, el público de pie… Para nosotros es algo desconocido. ¡En nuestro país el público sólo se levanta con la Orquesta Filarmónica de Berlín! Vamos a recordar durante mucho tiempo lo que hemos disfrutado tocando aquí».
Marius fijó su atención en las condiciones musicales del templo: «La iglesia tiene una acústica perfecta: puedes oír todo, apenas hay reverberación, sólo la justa, por lo que estás oyendo cómo funciona el sonido de tu instrumento, y eso ayuda mucho al intérprete». Mari, por su parte, subrayó la calidad del órgano del santuario: «El órgano es magnífico, un gran instrumento, con muchas posibilidades y distintos colores, gracias a la riqueza de sus registros».
PRÓXIMO VIERNES ÚLTIMO CONCIERTO
La clausura del Ciclo tendrá lugar el próximo viernes, 26 de agosto a las 19:00 h., a cargo de la organista eslovaca Mónica Melcova y el trompista vasco Juan Manuel Gómez. Para esta atractiva combinación melódica los músicos han elegido un programa basado, en su primera parte, en autores barrocos, y para la segunda, en obras de compositores del siglo XX con especial protagonismo del ámbito musical francés. Unido al festival Clásicos en la Frontera, el Ciclo cuenta con la colaboración de la Fundación Caja Rural de Aragón y el Ayuntamiento de Secastilla.